La mentira como forma de hacer política
Por: Luis Ángel Dib
La mentira es parte de la vida cotidiana, no hay persona que no haya mentido alguna vez incluso por buenas razones.
En política por cierto la mentira es tan vieja como la política misma. La cuestión es cuando la mentira se vuelve la principal estrategia política. Algo de esto ocurre en la oposición. No vamos a hacer una análisis moral de la mentira sabemos que salvo excepciones la mentira está mal. Lo interesante es ver cómo funciona la mentira como herramienta política y porque suele ser tan efectiva.
Lo Primero que vamos a afirmar es que la mentira está relacionada con el poder: El que miente es el que tiene poder. Este alcanza a dominar la palabra, es el que puede llegar a los titulares de los diarios a los medios, a los zócalos de los informativos. Tener poder es también poder mentir.
Quizás la mentira no sea opuesto totalmente a la verdad, porque siempre en toda mentira hay algo de verdad, se podría afirmar que cuanto más contenido de verdad tiene una mentira más eficaz es en cuanto a su credibilidad. Porque la mentira es una distorsión de la realidad más que su contracara.
Dos ejemplos de mentira hubo en las últimas semanas. La primera, se dijo que el gobierno no acordó con laboratorios Pfizer porque hubo un pedido de coimas, esto indico la presidenta del Pro. Luego, la segunda mentira, se dijo que el gobierno había rechazado a las vacunas Pfeizer en el lote que le correspondía por el mecanismo de Covax.
Las dos informaciones tenían algo de verdad, los falso era la parte que transformaba al hecho en corrupción o en una mala operación: el pedido de coimas en un caso y el rechazo en el otro, ambos eran falsos. Y fueron desmentidos contundentemente. Pero lograron tener impacto en la opinión pública. Cuando una mentira tiene contenido de verdad, es más mentira.
¿Por qué suele ser la principal estrategia en estos tiempos?. Estamos en la era de las posverdad, donde la verdad es aquella que se impone con el poder, es la construida por las voces del poder, sobre todo por el poder mediático, entonces la verdad no es la coincidencia con la realidad, como decía Aristóteles, sino que es lo que más se dice de la realidad. Aquello que a fuerza de repetición y persuasión se acepta como la realidad. La verdad objetiva probada, demostrada, solo tiene una importancia secundaria.
Por otro lado, la finalidad de la mentira, generalmente no es solo engañar, sino reforzar miedos y prejuicios. La mentira es efectiva cuando parte de un prejuicio ya instalado, por ejemplo “los políticos son corruptos”, o “Los ka robaron”. Y la mentira es efectiva si refuerza esos prejuicios. Lo que se observa últimamente que se busca la instalación de la emoción más básica: el miedo. La ultra derecha estimula mucho el miedo al fantasma del comunismo, o el miedo al caos.
Hay, en la cultura actual, como en otros ámbitos del quehacer humano una preeminencia de los estético sobre lo ético y sobre el conocimiento, esto hace que la verdad no se elija en base a los hechos objetivos, se elige en base al gusto. Los sujetos no elijen la verdad objetiva sino la que más les gusta. Por eso es que la desmentida que es la tarea que se hace o se intenta hacer después de lanzada la mentira, es una tarea engorrosa, trabajosa, lenta y aburrida, que finalmente llega a muy pocos. En el año 2015, antes de las elecciones el diario clarín publico una noticia que afectaba a la entonces ministra Nilda Garré, y al hijo de la entonces presidenta, Máximo Kirchner. Decían que ambos tenían un a cuenta en un banco de EEUU, en la cual tenían 61 millones de dólares. La desmentida de esta noticia llevo tramites muy largos, pedidos al banco, cartas documentos, finalmente se aclaró que no existía una cuenta en el año 2018. La mentira va en un fórmula 1 y la desmentida va a pie.
De manera que en las actuales condiciones y culturales la mentira se impone como estrategia.
Esto implica una vez la separación de ética y política, lo cual en este caso, podemos decir que corroe a esta actividad y al mismo tiempo hiere a la vida social.
Finalmente citaremos al padre de la ciencia política, Nicolás Maquiavelo siempre vigente, que decía en el capítulo XVIII de su gran obra “El príncipe”, sentenciaba: “Los hombres son tan simples y unidos a la necesidad, que siempre el que quiera engañar encontrará a quien le permita ser engañado.“
Si bien como siempre es pesimista la visión del ser humano que tiene Maquiavelo pero siempre basada en su experiencia, vio el terreno fértil para la mentira en la política. Una educación del ciudadano como sujeto político puede ser el único antídoto para que esa herramienta se vuelva ineficaz.